Articolo tratto da La Voz de la Galicia

El respeto y la recompensa
di Cesar Luis Menotti

España y Alemania están en la final de la Euro 2008. Estaban entre los candidatos y quizá los españoles lleguen con algo más de brillo. Hay una ilusión y una posibilidad tangible de observar un gran partido, siempre que se juegue desde el máximo respeto, por la pelota, por el juego, por la lealtad competitiva, por el público, por la representatividad. El fútbol, cuando enaltece estos valores, nunca será agraviado por una derrota.
Con las convicciones que marcan la calidad técnica de sus jugadores, España se impuso con comodidad a un equipo ruso desdibujado, vulgarizado, que no acertó tres pases seguidos. No tuvo reacción anímica para imponer nada, ni juego ni actitud, y mucho menos individualidades, que son reconocidas cuando un equipo tiene la pelota y se pierden en la intrascendencia cuando cada jugador tiene la pelota en sus pies para mostrar que es el mejor. Termina no siendo nada, ni él ni el equipo. No alcanzaban los gritos de incendio de su entrenador Hiddink. El incendio terminó devorándose todo, como si el escenario les hubiese quedado grande.
Hacía muchos años que España no apostaba a este estilo, muchos años de exhibir músculo y marginar el talento. Era furia. Frente a Rusia juntó a los que mejor juegan y buscó el equilibrio. España es el coraje del torero y no del toro.
A Alemania le llegó con un par de buenas acciones para imponerse contra Turquía en el resultado, sin encontrar en el juego el funcionamiento colectivo que había insinuado en el comienzo del torneo.
Hay una frase del doctor Rubén Darío Oliva que fue siempre una invitación a reflexionar en el análisis de un equipo que aparece fatigado: «Sentirse cansado no es estar cansado». Esto de estar cansado era la impresión que dio Alemania en el primer tiempo. Es un síntoma que aparece cuando un equipo juega mal, impreciso en los pases, transportando demasiado la pelota, previsible. Ausente Ballack, le permitía a Turquía jugar mejor adueñándose del protagonismo. Esta Turquía llena de picardía que la lleva a transitar al filo del reglamento (hasta sobrepasarlo), dominó a Alemania en el juego y en la actitud. Pero esto de sentirse cansado suele pasar en la vida misma. Uno llega a su casa después de una jornada donde todo le salió mal y se siente tan fatigado que no quiere ni escuchar a sus hijos. Pero de pronto gritan incendio y esa persona es capaz de bajar las escaleras y subirlas tantas veces como sea necesario por la seguridad de su familia. Se fue el cansancio y encontró el estímulo. Definitivamente, sentirse cansado no es estar cansado. Nunca vi un equipo cansado cuando gana 3-0.
En el segundo tiempo, seguramente el equipo escuchó el grito de incendio y Alemania no alcanzaba a jugar bien pero ya no estaba cansado. Esa sensación de fatiga del primer tiempo desapareció. Había otra vibración, otra actitud ante la adversidad que lo llevó sin más merecimiento que una muy buena jugada a ganar el partido.
Tiene Alemania que recuperar la memoria. Juega muy partido ya que hay una distancia exagerada entre la línea de defensores y los volantes de equilibrio, no hay relevos. Cuando un marcador central sale sobre un lateral casi nunca sus volantes se meten en la línea defensiva. Si jugamos a un toque, jugamos muy bien; si jugamos a dos, bien; si jugamos a tres, mal, y más de tres toques, muy mal.

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