LA OTRA MIRADA: MAURICIO TARICCO. FUTBOLISTA
Pasaje de ida
De Argentinos Juniors pasó sin escalas a Inglaterra, donde lleva siete años. A los 28, critica con dureza al fútbol argentino mientras se recupera de una lesión. Acá no juego más, dice.
DANIEL AVELLANEDNo se parece a Ringo Starr o a Paul McCartney, pero respira las costumbres de la tierra de los Beatles. Es argentino, bien argentino y de José León Suárez. Pero como muchos jóvenes que no vislumbran la salida de un país laberinto en el que abunda la incertidumbre laboral, la inseguridad económica y física y el deterioro de los sueños, encontró el éxito en el desarraigo. Mauricio Taricco, que ahora tiene 28 años y juega en el Tottenham Hotspur de Inglaterra, era el lateral izquierdo de Argentinos Juniors en 1993. Con más de 40 partidos en Primera recibió una propuesta del Ipswich Town. Tuvo dudas, miedo y dolor por dejar tanto atrás: su familia, el barrio, los amigos... Pero aceptó el desafío. Y hoy es un lord inglés.La esencia de ese pibe enrulado que disfrutó del baby fútbol desde los seis años en el club Chilavert, que hizo las Infantiles en River y las Inferiores en Argentinos junto a Walter Pescadito Paz, permanece intacta. Pero en su gesto, en su forma de expresarse, se palpa un indisimulable rasgo europeo. Hace casi siete años que juega en inglés, cuatro temporadas en el Ipswich y dos en el Tottenham, donde dejaron su sello sus compatriotas Osvaldo Ardiles y Julio Ricardo Villa. En la charla con Clarín deja en claro que no cambiaría el smog londinense para volver al fútbol argentino, del cual tiene una mirada crítica. Y entrega sus impresiones:
"Tenía 21 años. Lo pensé mucho y tomé la decisión de irme. Si bien no había firmado un contrato espectacular, al menos era una seguridad por tres años. Ahora, a la distancia, puedo entender muy bien por qué los futbolistas, aun sin tener un convenio previo, van a probar suerte afuera. Las posibilidades son mayores que acá. El otro día me entrené con Argentinos y, por si hacía falta, confirmé que las diferencias son abismales. Los lugares de entrenamiento, las canchas, las facilidades... En la Argentina se te rompe un botín y es un problema. Allá no existen estas cuestiones. Ni en la Premier League, ni en la Primera, la Segunda o la Tercera. Cualquier futbolista encontrará muchos menos problemas jugando en Segunda o en Tercera en Inglaterra que en la Primera de Argentina".
"A mí me encantaría que Argentina sea un 50 por ciento de lo que es el fútbol allá. Por más adaptado que uno esté al medio, sigue siendo un extranjero. Sería muy lindo agarrar el auto, entrenarse, cobrar un buen sueldo y estar rodeado de los afectos, la cultura, que el verano sea enero y no en julio y agosto. Pero no es así. Pasé momentos duros, de tristeza. El shock cultural fue muy fuerte. Pero ahora veo los frutos".
"No tuve problemas con los ingleses por ser argentino. Es más, cuando jugaba en el Ipswich vi a algunos con la camiseta de la Selección. Pero yo no me expongo, no me meto en problemas. En especial con los hinchas de otros equipos, que te insultan. Allá, por ejemplo, si te tirás para conseguir un penal, no vas a recibir elogios. Es lo que llaman cheat, como hacer trampa. Yo, en cambio, lo veo como picardía. Y eso está mal visto por la prensa y por los jugadores. Es mala publicidad. No sorprende que un inglés se tire, se levante y diga que no lo tocaron, que no fue penal".
"Algo que los ingleses nunca van a asumir es el gol de Maradona, el de la mano de Dios, en el Mundial 86. Para nosotros fue una picardía, como decir: Está bien, si no llego con la cabeza, lo hago con la mano y ganamos el Mundial. Y somos felices. Para ellos, ganamos el título, sí, pero somos tramposos. En confianza, cualquiera acepta que haría lo mismo que Diego. Pero jamás lo dirían en forma oficial. Lo que más les molesta es que Diego lo negara, no reconociera que había hecho el gol de manera ilícita. Y eso más bronca les da".
"La gente es muy respetuosa. No hacen falta alambrados. De hecho, en ninguna cancha los hay. Escuchar un insulto es normal. Pero fuera de la cancha no hay problemas. Los futbolistas somos como estrellas de cine. Estamos a otro nivel. Es inexplicable que esto suceda. Pero la gente te lo hace sentir así. En Argentina los hinchas te exigen que ganes a cualquier costo, no te respetan, te insultan... Es terrible".
"No tengo ganas de volver a jugar acá. No pasa por el aspecto económico. Porque un jugador de River o Boca puede llegar a ganar como uno de la Premier. Pero allá el ambiente es tranquilo, las canchas son bárbaras, no hay violencia... Y hay una organización ejemplar. La Federación de Futbolistas te permite tener una pensión cuando te retirás a los 35 años y cobrarla de por vida. Es una especie de jubilación, un dinero que permite relajarte".A kilómetros de su lugar natal cultiva el afecto de su esposa Evangelina, con quien se casó días antes de su transferencia, y de Ezequiel, un british boy de dos años que, según papá Taricco, ya es bilingüe.Hoy su máxima preocupación es volver a jugar, ya que hace ocho meses está inactivo por una lesión inguinal. "Estuve con los mejores especialistas. Hasta consulté al médico del Bayern Munich, y nada. Me operaron dos veces y me seguía doliendo. Hasta que llegué al doctor (Rubén) Oliva, que está en Italia. Y él me marcó el camino para la recuperación".Taricco, en la paz que propone el calor del hogar paterno, no se inquieta por la posible contratación del alemán Cristian Ziege, del Liverpool. No obstante, como si hiciera falta, vuelve a aclarar al final de la entrevista: "Acá no juego más". Sus razones quedaron al desnudo.
DANIEL AVELLANEDNo se parece a Ringo Starr o a Paul McCartney, pero respira las costumbres de la tierra de los Beatles. Es argentino, bien argentino y de José León Suárez. Pero como muchos jóvenes que no vislumbran la salida de un país laberinto en el que abunda la incertidumbre laboral, la inseguridad económica y física y el deterioro de los sueños, encontró el éxito en el desarraigo. Mauricio Taricco, que ahora tiene 28 años y juega en el Tottenham Hotspur de Inglaterra, era el lateral izquierdo de Argentinos Juniors en 1993. Con más de 40 partidos en Primera recibió una propuesta del Ipswich Town. Tuvo dudas, miedo y dolor por dejar tanto atrás: su familia, el barrio, los amigos... Pero aceptó el desafío. Y hoy es un lord inglés.La esencia de ese pibe enrulado que disfrutó del baby fútbol desde los seis años en el club Chilavert, que hizo las Infantiles en River y las Inferiores en Argentinos junto a Walter Pescadito Paz, permanece intacta. Pero en su gesto, en su forma de expresarse, se palpa un indisimulable rasgo europeo. Hace casi siete años que juega en inglés, cuatro temporadas en el Ipswich y dos en el Tottenham, donde dejaron su sello sus compatriotas Osvaldo Ardiles y Julio Ricardo Villa. En la charla con Clarín deja en claro que no cambiaría el smog londinense para volver al fútbol argentino, del cual tiene una mirada crítica. Y entrega sus impresiones:
"Tenía 21 años. Lo pensé mucho y tomé la decisión de irme. Si bien no había firmado un contrato espectacular, al menos era una seguridad por tres años. Ahora, a la distancia, puedo entender muy bien por qué los futbolistas, aun sin tener un convenio previo, van a probar suerte afuera. Las posibilidades son mayores que acá. El otro día me entrené con Argentinos y, por si hacía falta, confirmé que las diferencias son abismales. Los lugares de entrenamiento, las canchas, las facilidades... En la Argentina se te rompe un botín y es un problema. Allá no existen estas cuestiones. Ni en la Premier League, ni en la Primera, la Segunda o la Tercera. Cualquier futbolista encontrará muchos menos problemas jugando en Segunda o en Tercera en Inglaterra que en la Primera de Argentina".
"A mí me encantaría que Argentina sea un 50 por ciento de lo que es el fútbol allá. Por más adaptado que uno esté al medio, sigue siendo un extranjero. Sería muy lindo agarrar el auto, entrenarse, cobrar un buen sueldo y estar rodeado de los afectos, la cultura, que el verano sea enero y no en julio y agosto. Pero no es así. Pasé momentos duros, de tristeza. El shock cultural fue muy fuerte. Pero ahora veo los frutos".
"No tuve problemas con los ingleses por ser argentino. Es más, cuando jugaba en el Ipswich vi a algunos con la camiseta de la Selección. Pero yo no me expongo, no me meto en problemas. En especial con los hinchas de otros equipos, que te insultan. Allá, por ejemplo, si te tirás para conseguir un penal, no vas a recibir elogios. Es lo que llaman cheat, como hacer trampa. Yo, en cambio, lo veo como picardía. Y eso está mal visto por la prensa y por los jugadores. Es mala publicidad. No sorprende que un inglés se tire, se levante y diga que no lo tocaron, que no fue penal".
"Algo que los ingleses nunca van a asumir es el gol de Maradona, el de la mano de Dios, en el Mundial 86. Para nosotros fue una picardía, como decir: Está bien, si no llego con la cabeza, lo hago con la mano y ganamos el Mundial. Y somos felices. Para ellos, ganamos el título, sí, pero somos tramposos. En confianza, cualquiera acepta que haría lo mismo que Diego. Pero jamás lo dirían en forma oficial. Lo que más les molesta es que Diego lo negara, no reconociera que había hecho el gol de manera ilícita. Y eso más bronca les da".
"La gente es muy respetuosa. No hacen falta alambrados. De hecho, en ninguna cancha los hay. Escuchar un insulto es normal. Pero fuera de la cancha no hay problemas. Los futbolistas somos como estrellas de cine. Estamos a otro nivel. Es inexplicable que esto suceda. Pero la gente te lo hace sentir así. En Argentina los hinchas te exigen que ganes a cualquier costo, no te respetan, te insultan... Es terrible".
"No tengo ganas de volver a jugar acá. No pasa por el aspecto económico. Porque un jugador de River o Boca puede llegar a ganar como uno de la Premier. Pero allá el ambiente es tranquilo, las canchas son bárbaras, no hay violencia... Y hay una organización ejemplar. La Federación de Futbolistas te permite tener una pensión cuando te retirás a los 35 años y cobrarla de por vida. Es una especie de jubilación, un dinero que permite relajarte".A kilómetros de su lugar natal cultiva el afecto de su esposa Evangelina, con quien se casó días antes de su transferencia, y de Ezequiel, un british boy de dos años que, según papá Taricco, ya es bilingüe.Hoy su máxima preocupación es volver a jugar, ya que hace ocho meses está inactivo por una lesión inguinal. "Estuve con los mejores especialistas. Hasta consulté al médico del Bayern Munich, y nada. Me operaron dos veces y me seguía doliendo. Hasta que llegué al doctor (Rubén) Oliva, que está en Italia. Y él me marcó el camino para la recuperación".Taricco, en la paz que propone el calor del hogar paterno, no se inquieta por la posible contratación del alemán Cristian Ziege, del Liverpool. No obstante, como si hiciera falta, vuelve a aclarar al final de la entrevista: "Acá no juego más". Sus razones quedaron al desnudo.
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