Rubén Darío Oliva. MEDICO DEPORTOLOGO.Los futbolistas conviven con numerosas inseguridades. Una de ellas es el temor permanente que tienen de perder el puesto a manos de un compañero. Por eso suelen ocultar sus lesiones y juegan de cualquier manera, exponiéndose a problemas mayores. Eso ocurre, en gran medida, porque no le tienen confianza al médico del club quie debería su consejero. Y en vísperas de los mundiales todas las inseguridades se potencian.Es cierto que los jugadores suman numerosos partidos a esta altura de la temporada, pero ese no es un problema fundamental para que se produzcan lesiones. El cansancio no es acumulativo. Y con un buen descanso se puede recuperar perfectamente. Lo importante es preparar al jugador para cada partido y generar la condiciones para el descanso y la recuperación. Lo grave es que en los entrenamientos se abusa del potenciamiento muscular. Se realiza un entrenamiento exasperado y eso impide que el jugador se recupere como corresponde. Además, frecuentemente se los expone a lesiones en las partes blandas.Estas cosas ocurren porque no hay una coordinación absoluta entre el trabajo del preparador físico y el médico. La preparación no debe neurotizar al jugador y debe apuntar, sobre todo, a la prevención.En el diario Corriere Della Sera del 27 de marzo hay un claro ejemplo de esto. Un jugador del Milan ingresa a Maranello, donde se entrena habitualmente el equipo, y recibe una instrucción de parte del médico, otra del preparador físico y otra distinta del técnico. Uno le decía que debía realizar trabajos en bicicleta, otro que corriera y el otro que hiciera fútbol. Bajo esas condiciones es casi imposible que el jugador tenga fe en los profesionales que lo rodean.
Da Clarin del 12.04.2002
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